Miércoles 20 de Julio/11.
Restan a pocos días para las elecciones generales y, a nivel local, a esta altura de las circunstancias si hacemos un repaso de las elecciones que tuvimos desde el `83 hasta ahora esta es una más. Porque no hay nada lo suficientemente fuerte que esté sucediendo en cuanto a propuestas y acusaciones cruzadas hechas por los candidatos de ambos lados. Más allá de los detalles, no hay nada que nos haga ver y sentir que esta elección es distinta a las otras que hemos tenido. Los hersilienses escuchamos, en esta época de campaña, lo mismo que venimos escuchando hace tiempo de los candidatos.
Las oposiciones de turno (sean peronistas o radicales) siempre han cuestionado los desmanejos de la administración comunal de turno (sean peronistas o radicales). Las obras que no se hacen, el parque de maquinarias destruido, la división y las represalias políticas de quien detenta el poder comunal contra los que simpatizan con otros colores políticos y las acciones de los presidentes comunales favoreciendo a amigos y allegados.
Y los oficialismos en época de campaña, ante las acusaciones de sus opositores , lo que hacen es recordarle los desmanejos de la administración que tuvieron cuando sus actuales rivales políticos eran gobierno, las obras que no hicieron, la división social que alimentaron durante su gestión, etcétera, nada nuevo.
Es como un círculo vicioso que cíclicamente cada dos años se repite. Y el tema es que nadie se hace cargo de nada, todos sostienen que son los buenos y los otros son los malos. Y que si nosotros gobernamos todo está bien o si nosotros llegamos a gobernar todo estará bien. Entonces, a esta altura el único resultado claro de tanta reiteración es el desgaste de las palabras de campaña. Al ir constatando que nuestros dirigentes no cambian nada, ya no convencen ni persuaden mas allá del círculo chico de allegados.
Otras de las reiteraciones del `83 hasta la actualidad en cuanto a los resultados de las elecciones locales es que cada vez que se dio un cambio de signo político que asumiera la administración comunal fue por el propio desgaste de la gestión saliente y no por mérito o porque la lista opositora haya convencido al electorado. O en todo caso los votantes al ser testigos de la dejadez y falta de fuerza que van padeciendo las gestiones solos se van convenciendo del “cambio”. Vale decir que no es que los gobiernos comunales hayan sido derrotados por los opositores sino que se derrotaron solos. Desgastados. Le paso a Maero, le paso a Silvia Zanier, le paso a Roberto… caen por su propio desgaste y cualquier opositor puede pasar a administrar la comuna, simplemente tiene que ir remando, con algo de presencia si es posible, y estar en el momento justo. Cuando entra el actual presidente comunal recordemos que si siquiera había presidido una subcomisión de bochas.
Por eso los periodos de gestión los pone la gente. Los periodos electorales, las elecciones son cada dos años, pero los periodos de gestión los pone la gente cuando advierte que los que manejan la comuna se van quedando sin combustible.
Este mismo fenómeno hoy se da en todas las categorías y en todo el país como lo vienen demostrando los resultados electorales.
Lo que hay que decirles a dirigentes políticos oficialistas y opositores es, si tenemos en cuenta que uno de los problemas mas graves de los hersilienses es la división social por causas que ya conocemos, que nadie puede tirar la primera piedra. Todos los gobiernos comunales dividieron y discriminaron; y segundo recordarles que los tiempos de campaña son los tiempos en que mas se intensifica y profundiza esta división estéril. Por eso, no seria mala idea es ser cautelosos y autocríticos, porque muchos hersilienses más que el mejoramiento de nuestro pueblo quieren la destrucción del otro y alimentar ese deseo destructivo hacia el otro en muchas ocasiones es alimentado por los dirigentes.
Obviamente, lejos de estas líneas está sugerir que los opositores no deban señalar los actos que una gestión comunal cometa en contra de los intereses de todos. Por el contrario no hacerlo los convertiría en cómplices.
La cautela, una profunda autocrítica con cierto revisionismo histórico más la denuncia de los actos de gobierno que algún sector entienda que van en perjuicio del pueblo ejercidas con constancia en los órganos donde corresponde y no solo desde lo mediático, tanto para oficialistas como para opositores, podría ser el camino que nos conduzca a otro camino menos obsoleto de tan transitado.
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